"Game Changer", @banksy. Pintura donada por el autor a un hospital de Southampton. |
Marina
lleva sin pegar ojo demasiadas noches seguidas. Los turnos en la UCI han sido
agotadores durante semanas, pero casi lo prefiere a las noches de descanso,
cuando dispone de tiempo para pensar.
Se
agobia dándole vueltas a mil cosas, empezando por los recuerdos de la pesadilla
sufrida en el hospital, donde atendían a destajo casos graves de pacientes que empeoraban a un ritmo endiablado, bastantes de
los cuales no llegaban a superar la enfermedad a pesar de la ventilación mecánica
-cuando disponían de suficientes aparatos- y de los cócteles de tratamientos que
les suministraban a la desesperada. ¡Qué impotencia!
También
le invade el miedo de pillar el dichoso virus y contagiar a su marido
hipertenso, o a sus hijos, tan pequeños; y estar fuera de juego varias semanas,
dejando aún más mermado el servicio.
De
pronto se llena de rabia, al ser consciente de lo indefensos que han estado
ante la avalancha de casos, lo desprotegidos que aún se encuentran en el
hospital, con la escasez de equipos de protección adecuados y de pruebas
fiables; en medio -eso sí- de multitud de aplausos desde los balcones y de la
comparecencia de políticos de todos los partidos sacando pecho por ellos y
rasgándose las vestiduras por las cifras escandalosas de víctimas, entre las
que se cuentan muchos sanitarios…
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Nos felicitan en el Día Mundial del
Personal de Enfermería; nos llaman heroínas, y hasta nos hacen la ola, pero yo
no quiero convertirme en una heroína forzosa. Yo solo pretendo hacer mi trabajo
en condiciones, ayudar a salvar vidas sin poner gratuitamente en peligro la mía
ni las de quienes me rodean. No deseo recibir medallas, ni que otros se las
pongan en mi nombre. Me repugna que utilicen el sufrimiento y el dolor de las
víctimas como arma arrojadiza, los unos y los otros, con un ejército de
“destroyers” dando la matraca en las redes sociales, los mismos que luego
alternan los aplausos con las caceroladas. ¡Qué lamentable espectáculo! ¡¡Es
que me enciendo!!
Y
es entonces cuando me siento culpable -e incluso avergonzada- por dejarme
llevar por la ira, por meter a todos en el mismo saco y no valorar y agradecer
lo suficiente el gesto solidario, amable y generoso de mucha gente anónima, que
no debo olvidar ni menospreciar. No era esa mi intención en absoluto. Tengo claro que necesitamos esa inyección de moral, especialmente en estos
momentos de bajón, como el que me está dando ahora mismo.
¡Dios, se me va a ir la cabeza!
¡No! Ahora no puedo permitirme ese lujo, queda
mucho por hacer.
Con
el inicio de la “desescalada” nos pegamos patadas en el culo por entrar en la “nueva
normalidad”, sin tener nada claro en qué demonios consistirá eso. La gente se
desespera -que lo comprendo- por salir a tomar el aire, una
cañita en una terraza; por sacar a sus chiquillos a que desfoguen; por
recuperar su actividad normal, sus empleos y sus ingresos. Lógico. Pero yo no
puedo evitar el tembleque ante la posibilidad de un rebrote, de una traumática
vuelta a la línea de salida. Y me pregunto, sinceramente, si ahora estamos más
preparados para afrontar un repunte de contagios. En parte, seguro que sí; pero
queda un gran trecho por recorrer antes de considerar controlada la situación, y no sé si sería capaz de
enfrentarme otra vez al escenario dantesco recién padecido.
Supongo
que por eso me irrito tanto cuando veo o me cuentan cómo demasiada gente se
salta las normas y las recomendaciones que lograrían prevenir en buena medida
un nuevo descalabro social, económico y sanitario.
En
fin, voy a tomarme un chute de valeriana forte con un gramo de melatonina y un
zolpidem de postre -vaya gazpacho-, a ver si concilio el sueño, que falta me
hace.
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…Y
Marina trata de echar, al menos, una cabezada que la ayude un poco a recuperar
las fuerzas y el ánimo. Y esta vez -por fortuna- lo consigue, aunque sea durante
un rato.
Buenas noches y buena suerte, querida Marina, porque tu suerte será también la nuestra.
Buenas noches y buena suerte, querida Marina, porque tu suerte será también la nuestra.
Buenos días Eduardo, efectivamente en este mundo dual , actuamos con polaridades totalmente opuestas,sacan lo mejor y lo peor del individuo.Mi percepción sobre esta realidad es que ante los problemas,las crisis y ésta en concreto,es apollar con todas mis herramientas el gran esfuerzo de la gente que nos sirve y esperar la oportunidad de devolverles la entrega con todo mi corazón
ResponderEliminar¡Interesante artículo!
ResponderEliminarGracias a ambos por vuestros comentarios. Perdonad el tremendo retraso, pero por alguna razón no los había visto hasta ahora.
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