"Visión desde la Sección de
Psicología de la Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de
Andalucía Oriental en relación a la medida de salida del confinamiento por parte
de la infancia.
Los y las profesionales de la
Psicología de la Intervención Social que trabajamos en el ámbito de la
protección de la infancia y la adolescencia estamos muy familiarizados/as con
el uso de taxonomías e indicadores de evaluación de las necesidades básicas de
la infancia fundamentados en la evidencia científica y el consenso de
expertos/as. En este sentido, una de las taxonomías más extendidas en España es
la de Necesidades de la Infancia y Protección Infantil (Félix López, 1995), que
cuenta con cinco agrupaciones de necesidades básicas; Físicas, de seguridad,
emocionales, sociales y cognitivas. Las salidas parciales de niños y niñas
del confinamiento serían un indicador de cobertura de una de las necesidades
básicas de esta taxonomía, en concreto, de la categoría de necesidades físicas,
en tanto en cuanto, suponga ejercicio y juego. La investigación científica
sobre el desarrollo humano nos dice que, durante los primeros años de vida, la mayor
parte del aprendizaje se da mediante el juego. Ahora bien, para que la medida no
suponga la generación de otros escenarios de riesgo, se debe tener en cuenta
que la misma no comprometa otras necesidades básicas, como es el caso la de
protección ante condicionantes del entorno que supongan un riesgo para su
integridad física; No es lo mismo que los niños y las niñas jueguen o hagan
ejercicio en entornos seguros de amplias zonas verdes, que lo hagan en entornos
urbanos desfavorecidos y carentes de los mismos. Tampoco es lo mismo que sean
sacados a pasear, sin más objetivo, que esta actividad se convierta en un
espacio significativo para el niño o la niña junto con la persona a su cargo.
Para ello, las salidas deben
planificarse, adecuándolas a las características de cada menor, y aprovecharse
como un espacio más de interacción; pueden ser útiles como reforzadores de
las conductas positivas que han realizado o realizan durante el periodo de
confinamiento; deben ser didácticas, pues el escenario al que saldrán ha
variado significativamente del que era el habitual, el marco puede ser el
mismo, pero las señales no, en según qué edades el hecho de cruzarse con
personas “enmascaradas” puede ser asociado desde a emociones negativas (temor)
como a emociones positivas (aventura); pueden ser terapéuticas, sobre todo en
aquellos casos en los que las características de la vivienda o la dinámica
relacional de la unidad familiar se asocian a indicadores de riesgo y, siempre,
deben ser puestas en valor de los intereses y derechos de los/as menores. Si se
tienen en cuenta estas características personales, la salida supondrá atención
y cobertura al conjunto de necesidades básicas comentadas con anterioridad y
será entonces cuando la medida adquiera el sentido para el que, según podemos
entender desde el ámbito de la Psicología, se ha adoptado. Para que la salida a
la calle no se convierta en una medida que fomente desigualdades, debe ir
acompañada de una atención compensatoria de múltiples escenarios más carenciales,
así como tener en cuenta la diversidad de situaciones en las que se encuentran
los niños y las niñas. Como profesionales de la Psicología no debemos olvidar que
existen contextos y realidades diversas en relación a la infancia y la
adolescencia, que tienen que ser tenidas en cuenta para evitar generar
situaciones de desigualdad, desventaja e indefensión. Recordamos, entre otras
cuestiones, que hay menores que no se encuentran conviviendo en su núcleo
familiar por diferentes casuísticas; situaciones de desamparo, menores
extranjeros no acompañados, internamiento por la existencia de violencia filio-parental…
Esta infancia y adolescencia que se encuentra en Centros de Protección,
Terapéuticos y/o Centros de Reforma debe tener garantizada también la cobertura
de sus necesidades para asegurar el adecuado desarrollo psicológico y mitigar el
posible impacto de la situación de confinamiento. Por lo que sería conveniente que
se estableciesen las medidas oportunas para facilitar la realización de las
salidas de estos/as menores de manera prioritaria, si así se considera por
parte del personal técnico, facilitando el acompañamiento necesario por parte
de una figura adulta de referencia (profesional del equipo del centro),
teniendo en cuenta las características personales de cada menor.
Otro escenario que echamos de
menos en ésta, y otras medidas que se van tomando, es el de la participación
real de los niños y las niñas en la toma de decisiones, haciéndonos eco de
Convención de Derechos de la Infancia en lo tocante a que no son una posesión de
sus progenitores/as o guardadores/as, ni del Estado, ni tampoco son personas en
proceso de formación, sino que tienen la misma categoría como miembros del
género humano. Dado que es un hecho que, como colectivo, tendrán una opinión al
respecto, se considera necesario poner en marcha los mecanismos oportunos para
hacerla valer.
Las medidas que sean tomadas
en relación a la infancia y la adolescencia deben ser coherentes, estables y
desde la óptica de la propia infancia, evitando que se adopten medidas
precipitadas, o poco efectivas, al ser diseñadas más desde la óptica de las necesidades
de progenitores/as y guardadores/as, que de la propia infancia.
Con todo ello, la medida también
presenta interesantes oportunidades que debemos aprovechar desde el punto de
vista relacional y comunitario:
·Desde el punto de vista
relacional, es importante aprovechar la salida para que se convierta en un
espacio de significación, tanto del hecho en sí como de la relación, no en un
acto de rutina o desahogo. Es necesario valorar la importancia de ese
momento y disfrutarlo. Para ello, aconsejamos que progenitores/as y personas
guardadoras, previamente a la salida programen la acción, comenzando por dejar
muy claras las normas y reglas de seguridad, asegurándose de que se han
entendido bien. Durante la salida hay que tratar de vivir lo más plenamente
posible la experiencia, tomando consciencia de la importancia de lo que estamos
haciendo. Es posible que salir con los niños y las niñas nos produzca algún
tipo de temor, lo cual es normal, por lo que recomendamos que no se trate de
evitar ese sentimiento, sino que se actúe con él, focalizando la atención en el
niño o la niña y en el disfrute de la acción.
·En un nivel más comunitario,
la medida también resulta interesante, pues lo que “normalmente” antes de la
crisis eran espacios invadidos por el tráfico rodado, en este momento se
convierte en una oportunidad de recuperación de los necesarios espacios para la
infancia que, además cuentan con una mejora en la calidad del aire, lo cual nos
puede ayudar a reflexionar mejor sobre qué ambiente es el que queremos seguir
construyendo.
Finalmente, desde el ámbito del
conocimiento de la Psicología de la Intervención Social, como conjunto de
saberes y prácticas fundamentadas en la ciencia del comportamiento humano que
se aplican a las interacciones entre personas, grupos, organizaciones,
comunidades, poblaciones específicas o la sociedad en general, con la finalidad
de conseguir su empoderamiento, la mejora de su calidad de vida, una sociedad
inclusiva, la reducción de las desigualdades y el cambio social (López-Cabanas,
2017), entendemos que las medidas e instrucciones que se acuerden en
esta situación de alarma, por tratarse de una situación directamente
relacionada con nuestra disciplina, deberían contar con el necesario
asesoramiento profesional para garantizar que se adoptan respetando los
necesarios criterios técnicos y atendiendo con rigor a los derechos y
necesidades específicas de las personas que puedan verse afectados."
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