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"La Hipnosis como Terapia (II). El poder de la sugestión-1º Parte". Por Eduardo Riol Hernández

Imagen tomada de: https://www.reportare.com/genel/iki-asir-sonra-frankensteinin-bilincdisina-bir-kazi/

 Transcurridas varias semanas desde la publicación del artículo anterior: “ La Hipnosis como Terapia (I): Un experimento”, comparto ahora la prometida continuación.

Sin embargo, he decidido dividir el artículo en dos partes, a fin de contaros una anécdota curiosa relacionada con la hipnosis que me ocurrió en mi época de estudiante, hace más de treinta años:

Me había inscrito en un simposio de la universidad sobre sueño e hipnosis que se celebraba en el salón de actos de la facultad de farmacia. Acudí a varias de las ponencias y talleres de diferentes expertos, encontrando la mayoría de gran interés, pero recuerdo en especial -aunque no por gratos motivos- la charla de dos médicos cubanos especialistas en hipnosis. Para empezar, ambos doctores se ufanaban de haber pasado un buen rato en el avión de camino a España dando buena cuenta de una botella de ron que rodó por donde no debía, lo que tuvo como efecto colateral unas manchas que aparecían en no pocas diapositivas de las que traían para su conferencia. Algo de lo que pudo dar fe el público asistente al visionar aquellas imágenes sucias y borrosas que los ponentes nos mostraron sin complejos. Se oyeron algunas risas cómplices, pero muchos nos miramos incrédulos, aquello era francamente muy poco serio. Pero el verdadero espectáculo estaba por llegar.

Pasada una media hora de exposición de dudoso nivel académico, los susodichos doctores creyeron buena idea hacer una demostración de la inducción de catalepsia braquial (rigidez de los brazos) con algunas personas voluntarias de la primera fila del auditorio, animando al mismo tiempo al público asistente, que se contaba por varios centenares, a que lo replicaran desde sus asientos. Lo que podía parecer una simpática ocurrencia acabó de forma dramática, y pudo ser peor… 

Al principio casi todo el mundo estaba concentrado en seguir obedientemente las instrucciones de los hipnotizadores, empezando por extender los brazos al frente, seguidas de una serie de sugestiones acerca de la progresiva rigidez e inmovilidad de nuestros brazos, aún estirados hacia delante. Los voluntarios confirmaban que no podían flexionar ni bajar los brazos, aunque el resto de participantes experimentaba de manera desigual los efectos de la catalepsia. Yo sentía mis brazos poco más que entumecidos (ya me confesé integrante del club de los “hipno-resistentes” en el artículo anterior), pero varias personas a mi alrededor se manifestaban incapaces de flexionarlos. 

Entonces los hipnólogos, investidos de una seguridad y suficiencia que sugería que todo seguía bajo control, se dirigieron de nuevo a los primeros voluntarios anunciando que, tras un leve toque en las articulaciones de los codos que iban a ir propinándoles uno por uno, podrían por fin relajar gradualmente sus brazos y recuperar la movilidad de los mismos. Iban un tanto acelerados con la intención de continuar dando los toques mágicos a diestro y siniestro hasta el final del patio de butacas, cuando se oyó a una chica del grupo inicial gritar entre llantos -“¡No puedo, no puedo!!”-. Antes de que los doctores consiguieran regresar donde la muchacha seguía gimiendo y agitando impotente sus brazos tiesos, varias personas desde diferentes puntos del salón de actos profirieron sendos alaridos de pánico, sacudiendo los brazos que igualmente se negaban a responder. Decenas de jóvenes empezaron a deambular y otros tantos a correr despavoridos, aún con los brazos en alto. La escena resultaba patética. Los bedeles que acudieron al oír el griterío presenciaban atónitos lo que semejaba una turba de “frankensteins” huyendo en todas direcciones. El grupo de personas que, como yo mismo, había conseguido de primeras relajar y mover sus brazos -algo doloridos, eso sí-, contemplábamos paralizados la estampida. Los “expertos” trataban de calmar a varios de los damnificados más asustados, pero sus aspavientos y sus miradas extraviadas daban pistas de que ellos no lo estaban menos… Por mi parte, tomé conciencia de que estaba siendo testigo de un mayúsculo episodio de histeria de colectiva en vivo y en directo. Al final apareció hasta el personal de seguridad del campus, avisado por el decano de la facultad. Para entonces, afortunadamente, las dimensiones del drama se habían reducido bastante; muchas de las víctimas de tan irresponsable experimento habían logrado, por extenuación, bajar los brazos, contracturados por el esfuerzo, y recuperar al menos una parte de la movilidad… 

Todo lo acontecido lo recuerdo con gran nitidez a pesar del transcurso de varias décadas, por la fuerte impresión que me causó. Aunque tal vez haya retocado algún detalle menor en pro de la coherencia del relato.

Esta impactante experiencia no me traumatizó hasta el punto de desterrar la hipnosis de mi foco de interés profesional. Más bien al contrario, me impulsó a investigar más ávidamente sobre el fenómeno de la sugestión hipnótica, sus posibilidades y limitaciones en el campo de la psicoterapia. Me enseñó a tener mucho respeto y prudencia a la hora de utilizarla, empezando por no emplearla jamás bajo ningún concepto en grandes grupos. Solo individualmente o con grupos reducidos y manejables. 

Sobre lo que es y no es hipnosis, los mitos en torno a ella, y sus potenciales aplicaciones terapéuticas, prometo ya adentrarme en la segunda parte de este artículo, que saldrá publicada próximamente.

Si no queréis perdérosla, será buena idea suscribiros al blog mediante vuestros emails. 

Si os ha resultado interesante el presente artículo os animo a participar con comentarios y a compartirlo con vuestros contactos en redes sociales.


12 comentarios:

  1. Carolina Serrano21:13

    Que susto , pero me hubiera gustado ver el espectáculo aunque me hubiera escondido jajajaja

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    1. ¡Ya imagino, no se te habría olvidado a ti tampoco! Gracias por tu comentario, Carolina

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  2. Anónimo21:40

    Como siempre haces mantener el interes hasta el final del articulo. Muy interesante. Espero con avidez y expectacion la proxima entrega. Espero que no te demores. Gracias Eduardo

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    1. Muchas gracias, en el próximo ya nos centraremos más seriamente en las posibilidades terapeúticas de la hipnosis, después de aclarar algunas confusiones en torno a este fenómeno.Prometo no demorarme mucho...

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  3. Anónimo21:45

    Muy interesante el articulo. Espero expectante la proxima entrega. Gracias Eduardo

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  4. Anónimo8:04

    Muy bueno al principio miedo después risas

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    1. Buen resumen, aquello fue un "tíovivo" de emociones, lo que he tratado de compartir con mi relato

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  5. Anónimo10:05

    Soy de Bolivia y en Sudamérica se practica mucho esto , pues bueno la verdad me da mucho miedo 😟es más lo e visto en programas al vivo en Latinoamérica y quedé impresionada y algo asustada

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    1. Todo lo que es desconocido o no comprendemos impresiona al principio, en el último artículo que publicaré pronto, confío en ayudar a pasar del miedo al respeto, de la desconfianza al acercamiento prudente

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  6. Mayte11:17

    Como me hubiese gustado estar ahi ese dia, por la curiosidad y ver que tan real es la hipnosis, siempre tenemos la cosa de si esto posible y si es asi el miedo de lo que guarda nuestra mente y como reaccionaremos ante esto. Deseando que publiques otro articulo sobre este tema.

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  7. Gracias, la hipnosis es real, y hemos de entenderla ligada a un fenómeno contrastado y tan cotidiano como es la sugestión....

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