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"La Hipnosis como Terapia (I): Un experimento", por Eduardo Riol Hernández

El fenómeno de la hipnosis se ha estudiado con un rigor desigual a lo largo de más de dos siglos. Los primeros intentos de investigar su naturaleza desde un punto de vista científico partieron de profesionales de la Medicina y la Psicología en las postrimerías del siglo XIX. Pero no pretendo extenderme aquí en los detalles de la historia del hipnotismo...

(Estás leyendo y empiezas a notar que te pican un poco los ojos, te cuesta fijar la mirada, parpadeas más de lo normal, no logras concentrarte)

...Más bien me interesa destacar que, tras muchos años de investigación y acumulación de evidencias empíricas -no exentos de polémicas y descréditos derivados de confundir los ensayos controlados de episodios hipnóticos con artificiosas puestas en escena de "trances" en circos y ferias de diversa calaña-, hoy existe un amplio consenso en al menos dos cuestiones claves (quieres seguir leyendo porque intuyes que se acerca lo importante, pero avanzas muy lentamente):

- La hipnosis esencialmente consiste  en la inducción de un estado alterado o especial de conciencia, distinto del sueño y de la vigilia, que potencia el influjo de la sugestión en las personas. 

- La hipnoterapia posee una eficacia comprobada en múltiples ámbitos, y se basa es la aplicación de técnicas hipnóticas a fin de promover el bienestar personal y la salud física y mental / emocional...

(Ahora la vista se te nubla y los párpados te pesan cada vez más)

...Vale la pena detenernos a desarrollar un poco algunos puntos: En el fenómeno hipnótico se produce lo que podemos describir metafóricamente como un "estrechamiento" de la conciencia...

(Imposible seguir, tus párpados van cayendo pesadamente; luchas por volverlos a abrir, pero es agotador )

...Y aquí llegamos al final de este breve experimento. Si en algún momento has llegado a sentir al menos una parte de las sugestiones que te proponía el texto entre paréntesis, probablemente gozas a la vez que sufres -según se mire, porque hay sugestiones positivas y negativas- de una considerable susceptibilidad a la sugestión hipnótica.

Si no ha sido el caso, bienvenido/a al club de las personas "hipno-resistentes", lo que suele correlacionar con una importante dificultad para relajarte. La buena noticia es que todo se entrena y perfecciona con la práctica.

Pero de esto y de más cosas, como por ejemplo: qué es y qué no es hipnosis; qué demonios es el "estrechamiento de la conciencia";  qué aplicaciones tiene la hipnoterapia, y otras cuestiones, trataremos en un próximo artículo: "La Hipnosis como Terapia (II). El poder de la sugestión".

¿Te ha resultado curiosa la experiencia? Todo tiene una interpretación... Publica un comentario si te apetece. 

Igualmente te invito a acceder al siguiente enlace para visualizar una "píldora" de Youtube (amplía la pantalla al abrirlo), que muestra el uso de un metrónomo que facilita el estrechamiento perceptivo característico del trance hipnótico. Dale un "me gusta" si te parece interesante:










  

“No apto para personas con vértigo”, por Eduardo Riol Hernández

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Algunos escenarios de la vida se parecen a un parque de atracciones. A muchas familias les apetece pasar el día en uno, donde la diversión está asegurada. Es muy probable que los más jóvenes, si les dejaran, eligieran quedarse indefinidamente celebrando una macro-fiesta. Solo que eso no es posible, ¿verdad? Quienes casi viven allí, y no por gusto, son los trabajadores, que se pasan la jornada laboral viendo disfrutar a los demás. 

Pero en un parque de atracciones también se sufre, a veces como parte de la diversión. Pasar miedo de forma voluntaria nos hace sentir más vivos. Resulta excitante la descarga de adrenalina que produce una situación de riesgo controlado, sin desmerecer el placentero alivio que experimentamos cuando ese peligro relativo tiene un desenlace feliz. Otras veces, en cambio, la emoción se nos va de las manos y entramos en pánico a mitad del recorrido, o acabamos vomitando hasta la primera papilla durante o después del trayecto. Excepcionalmente, incluso se dan casos trágicos de víctimas de algún accidente en el que se pierde hasta la vida, la propia o la de un ser amado.

Son las subidas y bajadas de la montaña rusa que nos impulsa, nos zarandea, nos frena y nos vuelve a sacudir; que nos lanza arriba y abajo en medio de gritos, risas y llantos. Hasta que por fin se detiene. Aunque seguimos un rato tambaleándonos sin rumbo, presas de la resaca y el mareo de un viaje lleno de baches y zigzags para el que no llevábamos suficiente biodramina. Podemos sucumbir a la tentación de retirarnos, abatidos y maltrechos, o bien podemos probar a convertirnos por un momento en superhéroes sin capa, sujetarnos con fuerza a la barandilla de salida, llenar de aire los pulmones y dirigirnos derechos a la noria gigante ignorando el cartel disuasorio: “No apto para personas con vértigo”. Es en el preciso instante en que llegamos al punto más alto, donde la enorme rueda hace una pausa en su giro parsimonioso, cuando somos capaces de apreciar con la perspectiva de la distancia los tremendos vaivenes a que se ven sometidas un sinfín de criaturas diminutas, pertinaces en su efervescente actividad. Entonces y sólo entonces, tomamos plena conciencia de que es precisamente ese afán de superar los diversos avatares lo que confiere a la vida su mayor atractivo y lo que la dota de sentido...

“Coge mi mano y agárrate bien”, le dice una madre a su hija, o un hermano mayor al pequeño. Un buen consejo para seguir adelante, mejor en compañía, y continuar sufriendo y disfrutando de muchos días especiales en el parque de atracciones, sintiendo que vale la pena, a pesar o gracias al vértigo.